Atlético Tucumán llegó a los tumbos al compromiso con Independiente Rivadavia, en sus casi 10 años en Primera jamás había arrancado tan comprometido a un partido. Anoche debía ganar o ganar y para buscar eso, hubo una especie de acuerdo tácito entre todos en 25 de Mayo y Chile.
Las diferencias en el plano institucional podían esperar, las urgencias estaban depositadas en lo futbolístico. En este aspecto también hubo tregua entre hinchas, jugadores y cuerpo técnico.
El clima había sido tenso durante la semana, con entrenamientos a puertas cerradas, seguridad privada y silencio absoluto. Tal es así que Facundo Sava ni siquiera había brindado la conferencia de prensa previa al partido. Lo que más se escuchaba puertas adentro era de esto salimos todos juntos. Ya lo había anticipado Sava en Córdoba, cuando dijo que necesitaba que los hinchas estuvieran detrás, apoyando al equipo.
Los hinchas no sólo entendieron el mensaje, sino que también organizaron un recibimiento que digno de los equipos que pelean torneos. “Aquí estamos”, fue el mensaje, reversionando la famosa frase que esgrimen los “decanos” con su popular: “siempre estuvimos, siempre estaremos”.
Van 19 minutos del segundo tiempo y el Monumental explota. Todos cantan “pasamos muy malos momentos, los buenos ya van a venir…”. Había ilusión. Con el 2-0 a favor los hinchas ya se animaban a esbozar una mueca de sonrisa y no era para menos. El débil Independiente mendocino hasta ese momento era una sombra.
El gol de Guillermo Acosta a los 18’ del primer tiempo había desactivado todas las alarmas que merodeaban el Monumental, después de dos partidos que habían terminado con incidentes.
Hasta ese momento todo era perfecto para el local. El “decano” estaba arriba en el marcador y se confió. Sava demoró con los cambios y el bombazo inatajable de Luciano Abecasis despertó a la “lepra” y mareó al conjunto tucumano que nunca pudo reaccionar.
“Fue un tiempo para cada uno. En el primero Atlético nos ganó bien, en el complemento nosotros estuvimos mucho tiempo en campo rival y creo que si el partido duraba unos minutos más lo ganábamos”, expreso Martín Cicotello, técnico del visitante.
Y la lectura del entrenador de la “lepra” es válida: se fue al vestuario con un 2-0 inapelable (Renzo Tesuri había marcado el segundo) y además de levantar al equipo desde lo anímico mandó a la cancha a Abecasis, Napolitano y Cavallaro. Los tres fueron claves para la levantada de los visitantes.
En el banco local, Sava pareció enamorarse del resultado y demoró los cambios más de la cuenta.
Es cuanto menos llamativo que las primeras modificaciones recién llegaran a falta de 17 minutos para el final. Con tres ventanas de cambio y cinco variantes disponibles, Sava también se durmió y Atlético lo pagó caro.
Fabrizio Sartori (otro recién ingresado) puso el 2-2 final, tras un buen centro de Cavallaro y la historia se terminó.
“Estábamos manejando el partido. El primer gol de ellos llegó en el primer tiro al arco, tenemos que corregir muchas cosas, incluida la pelota parada. Pero también tenemos cosas positivas, hay actitud de los jugadores, hubo un buen partido. Hay momentos que son muy buenos, tenemos que mantenerlo durante más tiempo”, respondió Sava, cuando fue consultado por la tardanza en las variantes.
La imagen del final fue elocuente. Una silbatina generalizada despidió a los jugadores, que se retiraron cabizbajos. Los ánimos no fueron los mejores, ni siquiera para realizar reclamos en el playón de estacionamiento.
Atlético sigue sumergido en una racha negativa y el torneo avanza. Anoche sumó otro empate, el sexto en el torneo, que se suman a las cinco derrotas para configurar 11 partidos sin triunfos (12 si se suma la derrota ante Huracán en el cierre del torneo pasado).
Se viene el parate por fecha FIFA, pero el “decano” no tendrá descanso. El miércoles jugará ante Defensores de Belgrano por Copa Argentina, que viene derechito en la Primera Nacional. Será una prueba de fuego. El resultado puede servir para cortar la malaria o para agudizarla aún más.